Las flores necesitan cuidados. Por eso, durante las vacaciones, mucha gente se pregunta: ¿Cómo sobrevivirán mis plantas cuando yo esté de viaje? ¿Debo darles las llaves a los vecinos? ¿Puedo confiar en ellos? Especialmente en las ciudades de Alemania, las plantas suelen guardarse en interiores o balcones, y por lo tanto en rincones privados. Cuidar plantas se convierte así en una cuestión de confianza.
Por eso, algunos prefieren dejar sus plantas en manos profesionales. Plataformas como “Studiwork” o “Mary Poppins” ofrecen un servicio completo en Alemania: alimentar a los animales, regar las plantas y vaciar los buzones. Algunos proveedores exigen a los asistentes un certificado de antecedentes penales. “Hasta ahora no hemos tenido experiencias negativas”, respondió la dirección de “Mary Poppins” cuando se les preguntó.
El obvio fantasma de los robos
No obstante lo anterior, sigue habiendo propietarios que temen robos. Por ello, algunas asociaciones buscan alternativas. “Nuestros cuidadores de casas son personas mayores que ya no tienen trabajo y disponen de un horario flexible”, afirma la presidenta de la asociación de trabajadores de este sector en Alemania, Kay Szepanik. “Deben estar registrados como empresarios, tener seguro de responsabilidad civil y de accidentes”.
Algunos clientes incluso desarrollan una relación personal con sus ayudantes. “Antes, a un cuidador de casas se le permitía recoger bayas en el jardín y hacer mermelada con ellas”, recuerda Irmgard Everding. Ella lleva su propio servicio de cuidado de casas en Hamburgo desde 1983.
Plantas de alto valor sentimental y material
Otros clientes son amantes de las plantas y tienen altos estándares de calidad para su cuidado. “Puede haber plantas de interior valiosas en casa”, dice Everding. Uno de sus clientes, comenta, tenía una colección de cactos. “Puso una nota en cada maceta, anotando cuánto y en qué días debían regarse”.
Pero ¿por qué tanto esfuerzo? ¿Por qué la gente tiende a confiar más en desconocidos y no en los vecinos? “La confianza depende del tiempo que los vecinos se conocen”, afirma Katja Rackow, investigadora de estructuras vecinales en zonas rurales de la Universidad de Vechta. “Cada vez menos personas duran décadas viviendo en el mismo piso y con los mismos vecinos”. Esto dificulta especialmente una relación de confianza.
Las relaciones de confianza aumentaron significativamente desde la llegada del coronavirus, afirma Ertrud Mühlens, fundadora de la red vecinal “Netzwerk Nachbarschaft” (Red de Vecindarios), con quien ha asesorado alrededor de 4.000 proyectos. Así que a menudo nos encontramos con barrios activos. Incluso en edificios de gran altura, hay microbarrios con vecinos al lado o más abajo.
En una encuesta no representativa en su sitio web, la red preguntó a sus visitantes si confiarían las llaves a sus vecinos. Aproximadamente el 40 % respondió afirmativamente, mientras que el 30 % expresó reservas.